Las moreras en la Cala del Moral
La Cala del Moral. Málaga
Localización
Historia, leyenda y curiosidades
Mírala bien. Con ella, son seis las que quedan en la Plaza de la Iglesia.
Si te acercas a ella y escuchas con atención, te contará una increíble historia.
Fue hacia el año 740 cuando las tribus sirias introdujeron las moreras en estas bellas tierras del sur de España, sabiendo con certeza que la suavidad del clima favorecería su cultivo en todas las alquerías de Andalucía.
No fue por su fruto, las moras, sino por sus hojas tiernas, por las que este árbol fue muy preciado en aquel tiempo, ya que se trataba del alimento de los gusanos de seda cuando se instalaron en Al-Ándalus los primeros centros de producción de toda Europa.
Cuentan los libros que la extraordinaria calidad de aquellos tejidos y la experiencia de sus tejedores de estas tierras llegó a ser tal, que ni siquiera China logró hacer sombra a su esplendor, convirtiéndose aquellas sedas en las más codiciadas del mundo desde Oriente a Occidente y a lo largo y ancho del Mediterráneo.
Así, el mundo entero se rindió a la excelencia de aquella seda única cuya fabricación guardaba un gran secreto: únicos eran también los gusanos, el clima y su alimento.
A pesar de los siglos y sus cambios históricos, conquistas y reconquistas, guerras y tiempos de paz, estas moreras han sabido atesorar la inmensa memoria histórica de su grandeza. Y aunque hoy en día ya no se fabrica seda en Andalucía, no hay quien siendo niño no haya ido a buscar ilusionado unas pocas hojas tiernas para alimentar unos gusanos guardados en una caja de cartón y ser paciente testigo del increíble milagro que hace que un gusano pueda convertirse en mariposa.
Y así es como en este pequeño pueblo de Málaga, llamado La Cala del Moral, han llegado precisamente estos árboles a ser los que sostienen las huellas de su memoria regalándole no solo sombra, sino también nombre e identidad, para que aquel tiempo de abundancia no caiga nunca en el olvido.
Importancia del árbol y motivo de la presentación al concurso
Por eso, nos gustaría proponer a la morera como candidato para árbol europeo, tanto por su legado histórico y cultural, como por la importancia de los valores que representa.
Y lo hacemos especialmente motivados en estos tiempos tan inciertos y convulsos en los que, sirva como ejemplo doloroso e incomprensible, la política de su propio ayuntamiento haya decidido talarlas todas y sustituirlas por palmeras.
Seis. Ya solo quedan seis moreras en La Cala del Moral. Las de la plaza de la Iglesia. Enmudecidas ante la incertidumbre de saberse amenazadas también.
Son las que el amor de sus vecinos y la movilización de todo un pueblo han podido salvar elevando desesperadamente la voz para contar su historia y su ultraje más allá de las fronteras de sus lindes y la sinrazón. Poco consuelo queda para quien vio talar sus árboles emblemáticos ¿cómo se reponen tantos siglos de identidad?
Pero a veces de las más duras experiencias nacen símbolos.
Y de los símbolos nacen cambios.
Esta humilde morera ha despertado la sabiduría más ancestral de la tierra y las voces que parecían dormidas se han transformado en un fuerte clamor de niños, padres y abuelos reivindicando juntos políticas respetuosas con el medio ambiente, exigiendo un futuro sostenible y defendiendo la singularidad de su historia. Nunca antes se vio algo así en sus calles.
No es el árbol más anciano, ni el más bonito, ni el más grande. Pero sí ha resultado ser por todo ello, el más inspirador.
Es el símbolo del cambio urgente que necesitamos aquí y ahora, en todo el planeta.
Inexorablemente debemos colocar a la naturaleza por encima de la especulación, los valores por encima del consumo y la política, deberá ser de una vez por todas principalmente medioambiental o no podrá ser.
Y esta morera ya es el símbolo del alimento, movimiento y voz de tan emocionante transformación, el cambio de la conciencia global como vital catalizador que nos hará regresar de nuevo al increíble milagro de la vida, el mismo al que el gusano clama para convertirse una vez más en mariposa.