Tejo de Arangas

Cabrales, Asturias

  • ESPECIE

    Taxus baccata

  • ALTURA

    12 metros

  • Perímetro del tronco

    5,15 metros

  • EDAD

    500 años

Localización

Historia, leyenda y curiosidades

Algunos vecinos, los más jóvenes, explican que el tejo era un árbol sagrado para los celtas y que muchas tribus optaron por suicidarse ingiriendo sus frutos antes que rendirse al ejército invasor romano. Prosiguen relatando que, posteriormente, la Iglesia decidió situar sus templos junto a los tejos, valiéndose de su sacralidad pagana como un medio para atraer a los celtas y cristianizarlos. Esta argumentación, creada por diferentes autores entre finales del siglo XIX y principios del XX, ha calado profundamente entre los vecinos, sobre todo los que participaron en el iii Plan de Empleo del Concejo de Cabrales, dedicado a catalogar los bienes patrimoniales vinculados al Camino de Santiago, en concreto los bienes naturales y árboles singulares. Los vecinos toman esta teoría decimonónica como una verdad absoluta y, aunque no tenga ninguna base científica, les sirve para explicar y dotar de significado a su tejo.

Hace unos años, la Comisión de Fiestas de Arangas decidió confeccionar unas camisetas con la imagen del tejo y venderlas con la intención de recaudar dinero para la fiesta de San Pedrín. Los vecinos se muestran orgullosos del éxito obtenido con esta iniciativa y recuerdan cómo todos llevaron puesta la camiseta en la espicha que celebraron la víspera de la fiesta en la bolera del pueblo. Resulta muy revelador que eligiesen el tejo como ilustración para la camiseta, en vez de otros elementos patrimoniales del pueblo o signos «astures» convencionales (trisquel, hexapétala, espiral, etc.) muy utilizados en este tipo de eventos. Esta selección pone de manifiesto el gran poder icónico del tejo y su capacidad para representar la identidad colectiva. Existen variados y complejos procesos que explican este potencial, entre los cuales podríamos destacar el sesgo comunal del tejo, su relación con lo excepcional y su gran antigüedad, ya sea real o ficticia.

Ninguno de los hitos patrimoniales del pueblo, como podrían ser la Fuente de Las Infantas, a la que Alfonso Camín dedicó en 1923 un poema que casi todos los vecinos pueden recitar de memoria, la Casa del Santón (siglo XVIII) o la Casa del Navariego (siglo XVII), tiene el mismo poder para conciliar la voluntad de los vecinos, pese a que todos los valoran y están orgullosos de tenerlos en el pueblo. La propiedad de los dos últimos hitos es privada y pertenece a familias concretas, por lo que su referente identitario sólo afecta a unos pocos vecinos y no a toda la comunidad, sin olvidar que se vinculan a dos poderosas familias que antiguamente hacían su voluntad en el pueblo y concejo. La Fuente de las Infantas, que sí es de propiedad comunal, no se ajusta al segundo criterio que hemos señalado, el de la excepcionalidad, sino que se relaciona con lo ordinario y habitual, con la labor diaria de coger agua para cocinar, dar de beber a los animales y limpiar la casa. Estos trabajos aún se consideran parte de la miseria y penuria de la vida en los pueblos y, aunque sí producen identificación, se considera que se trata de una identificación no deseable, pues uno siempre quiere asociarse con aspectos positivos de los que poder presumir.

Por contra, el tejo simboliza lo extraordinario y excepcional, el tiempo de fiesta frente al tiempo del trabajo. Se encuentra en un espacio vinculado a la divinidad, como es el «campo de la iglesia», donde la misa de los domingos rompía con el trabajo del resto de la semana, y donde tenían lugar acontecimientos relevantes para la comunidad (fiestas, bautizos, matrimonios, funerales). La costumbre de bañarse, cambiar la muda y ponerse las mejores galas para asistir a todas estas celebraciones refleja perfectamente esta dicotomía entre lo diario y lo inusual, remarcando el valor simbólico del tejo, por asociarse a lo que una comunidad considera lo ideal y positivo. Junto a ello, es importante repetir que el tejo tiene un sesgo comunal, en el que todos los vecinos participan por igual. Es cierto que el tejo se encuentra en el «campo de la iglesia», cuya propiedad legal pertenece al Obispado de Uviéu, pero que, en la práctica, funciona y se percibe como un patrimonio vecinal.

En lo que respecta al criterio de antigüedad, el tejo es el único elemento patrimonial del pueblo que no tiene fecha concreta y, por ello, se adscribe a un tiempo mítico, sobre el que no existe memoria histórica. Esta idea se refuerza con el hecho de ser un elemento natural que no se debe a la acción o construcción humana, sino a la conjunción de fuerzas más poderosas que escapan a su control: la naturaleza.

Esta idiosincrasia del tejo se refleja en las prácticas que los vecinos realizan en él. El día de la fiesta de San Pedro, es costumbre que los «mozos del ramu», encargados de llevarlo en andas, se fotografíen junto a él. Los demás asistentes, vestidos de «aldeana» y «porruano» para la ocasión también eligen el tejo para retratarse. Esto adquiere un matiz más relevante si tenemos en cuenta que los procedentes de América, sobre todo México, hijos y nietos de antiguos emigrantes, después de sacar la preceptiva fotografía, rápidamente la envían por diferentes plataformas digitales (e-mail, facebook, whatsapp, etc.) a sus parientes americanos, como medio para demostrar que, efectivamente, se encuentran en Arangas, porque «no les vale otra foto, tiene que ser esa». El tejo también es el lugar elegido por los recién casados de la parroquia para realizar sus fotos de boda.

Sin embargo, cuando se pregunta a los vecinos por qué el tejo es tan importante para ellos, no saben muy bien qué responder y contestan que «es una cosa de aquí, del pueblo… siempre miramos por él, es importante porque tiene que estar, pa que esté ahí, pa tenerlo, pa sacarle fotos… sólo pa mirarlo». Acto seguido indican que «todos los turistas que vienen preguntan por el teju», justificando con ello su valor e importancia, pues nadie vendría a visitarlo de no ser cierta. Algunos vecinos van más allá y, aunque no sepan explicar el motivo, concluyen que «el tejo es sagrao» y que «allá vamos todos si alguien se mete con el tejo». Esta última afirmación no es mera palabrería y, efectivamente, los vecinos se unieron para defender su tejo cuando el párroco de Arangas quiso talarlo hace treinta años para vender su madera. De hecho, ya había cerrado el trato con el maderista y cuando lo acompañó para ver el tejo se encontró que todos los vecinos se habían situado junto a él para impedírselo. Igualmente colaboraron para tapar con tierra unas raíces que habían aflorado del suelo y presentaban una superficie de fricción que, con el tiempo, podía perjudicar al tejo.

Importancia del árbol y motivo de la presentación al concurso

Imponente tejo femenino de cinco metros de perímetro troncal que constituye uno de los ejemplares de mayor porte y más antiguos de Asturias. Aplicando la equivalencia propuesta por Sánchez Lacha, según la cual un metro de perímetro equivaldría a ciento diez años de edad, la época aproximada para la plantación de este tejo estaría a finales del siglo XV o principios del XVI. No obstante, como viene siendo habitual, los vecinos defienden una mayor antigüedad para su tejo, superior a los mil años, acudiendo al tiempo mítico para explicar el presente, habida cuenta de que no existe ningún dato concreto que pueda arrojar luz sobre la edad del árbol o su fecha de plantación, y de que todas las referencias orales oídas a sus mayores confirman que siempre conocieron el tejo junto a la iglesia: «dicen que esi tejo… ¿quién sabe los tiempos que tendrá? (…). Todos miramos por él, a saber desde cuándo estará esi tejo allí plantao, porque toda la gente antigua lo vio allí siempre».