Palmera Imperial
Jardín Huerto del Cura. Elche.
Localización
Historia, leyenda y curiosidades
En el huerto agrícola que adquirió la familia del sacerdote José Castaño, nació en la primera mitad del siglo XIX, una palmera algo diferente. Sobre un tronco normal, a una altura de unos dos metros, le habían nacido siete brazos a sus lados, lo que le daba una forma parecida a un candelabro. Este hecho, y la especial dedicación del Capellán Castaño que, enamorado de su huerto, le dedicaba mucho tiempo a su cuidado, lo tenía siempre en un perfecto estado, y lo mantuvo abierto a la población, hicieron que desde las dos últimas décadas del siglo XIX se convirtiera en una parada obligada para todos los turistas y viajeros que llegaban no solo a la ciudad, sino a la provincia.
Entre estas visitas, una de las más conocidas fue la que realizó la emperatriz Elisabeth de Baviera, Sissi, en 1894. Tras atracar su barco en el puerto, se alojó en Alicante. Fue invitada a conocer la ciudad de Elche y, como no podía ser de otra forma, por su popularidad entonces, visitó el jardín del cura. Sorprendida por la majestuosidad de aquella palmera de siete brazos, parece ser que ella sugirió al cura Castaño que debía tener un nombre. El capellán decidió, en su honor, llamarla Palmera Imperial.
La Palmera, afortunadamente, obtuvo una gran proyección internacional desde principios de siglo XX. La casualidad quiso que el eclipse total de sol de mayo de 1900 estableciera Elche como el lugar de mejor observación. Multitud de delegaciones científicas de todo el mundo —británicos, franceses, alemanes— pasaron por la ciudad para realizar sus investigaciones. Y como no podía ser de otra forma, conocieron sus principales atractivos. Así que todos pasaron por el Hort del Capellán. Muchos venían con la tecnología de la época: muy buenas cámaras fotográficas que sirvieron para que la palmera comenzara a inmortalizarse y a ser muy difundida, publicándose su imagen en prensa y revistas internacionales.
En 1908 la primera guía turística moderna, la guía Baedeker, incluía a Elche como parada en la región de Valencia, y como visita imprescindible, el Huerto del Capellán y su palmera. En todas las siguientes reediciones, continuó siendo un referente imprescindible del levante español. Y sigue presente desde entonces hasta la actualidad, en multitud de guías de viaje, directorios y revistas especializadas de todo el mundo.
Las visitas de jefes de estado y presidentes (Alfonso XIII, Canalejas, Victoria Eugenia, Eduardo Dato, Primo de Rivera, Alcalá Zamora, Juan Carlos I), autoridades de rango internacional (Humberto II de Italia, embajadores de Estados Unidos y Suiza, el emperador Otto de Austria-Hungría…) intelectuales y artistas (Óscar Esplá, Wenceslao Fernández Flórez, Eugenio d’Ors, Gregorio Marañón, Rubinstein, Grisolía, Severo Ochoa…), o las fotografías de Lucien Roisin (que comercializó una colección de postales muy exitosa) proyectaron aún más la imagen de la palmera e incentivaron su popularidad en todo el continente europeo.
Y si algo sirvió aún más para su difusión, fueron los premios y distinciones obtenidos por el jardín y los palmerales que la albergan. El Huerto del Cura fue declarado Jardín Artístico Nacional, el 27 de julio de 1943, al mismo tiempo que los jardines del Generalife y la Alhambra de Granada. Asimismo, en 2000, el Palmeral histórico de Elche, cuyo corazón central lo ocupa este jardín, fue declarado por la UNESCO, Patrimonio de la Humanidad.
Importancia del árbol y motivo de la presentación al concurso
La palmera imperial es el árbol más querido del palmeral más grande de Europa. Unida sentimentalmente, desde hace más de un siglo a la ciudad, forma parte de la historia local y de la memoria del municipio. Se menciona en el himno de Elche y en varias canciones populares e incluso Miguel Hernández le dedicó unas estrofas de uno de sus poemas. Los niños y las familias, como los turistas, la visitan con frecuencia y se hacen eventos singulares bajo su sombra desde hace décadas. Y los vecinos de Elche la tienen como la seña de identidad de su patrimonio natural.
La Palmera Imperial es un ejemplar realmente atípico de Phoenix Dactylifera que ha desarrollado una rareza genética, con el nacimiento de siete brazos en la mitad del tronco. Esto le ha dado una forma realmente original y distinta al resto de palmeras, estilizadas, de un único tronco, con las que convive.
Esta singularidad, reconocida desde finales del siglo XIX y popularizada con la visita de innumerables personajes históricos (reyes, reinas, príncipes, jefes de estado, artistas, intelectuales…) la ha convertido en uno de los símbolos locales y en un atractivo turístico.
La Palmera Imperial del Huerto del Cura de Elche es uno de los símbolos de la ciudad de Elche y de los valencianos. Es seguramente el árbol más popular de la Comunitat Valenciana y la palmera más conocida de España, emblema del palmeral más grande de Europa, declarado por la UNESCO en 2000 Patrimonio de la Humanidad.
Pero si hay algo realmente singular es la relación de la palmera con el ser humano. El Palmeral de Elche dio a los ilicitanos un medio de vida, un sistema económico que permitió desarrollar agricultura y fundamentó la sociedad ilicitana. A cambio, los ciudadanos cuidaron y respetaron su palmeral a lo largo del tiempo llegando a ser proclamado Patrimonio de la Humanidad.
De algún modo, esto también ocurrió con la Palmera Imperial: desde pequeña necesitó ayuda y siempre tuvo a su lado al ciudadano para ayudarla a crecer fuerte y recta. A cambio se convirtió en la abuela de nuestro palmeral: el ser vivo más longevo que nos une a nuestros antepasados y nos unirá con nuestra descendencia.
La palmera no existiría sin las personas que la cuidaron y la cuidan desde hace casi doscientos años. Al igual que los palmerales de Elche se han conservado por el cariño de los ilicitanos, que han sabido mantener el sistema de riego ideado por los romanos y potenciado por los árabes (reconocido en la declaración de la UNESCO), la Palmera Imperial fue cuidada con mimo primero por el capellán Castaño y después por la familia Orts.
Los ilicitanos la quieren y la sienten como propia desde hace décadas. Forma parte importante de la iconografía local. Bajo ella se hacen eventos, celebraciones y actos públicos y particulares, muy significativos.
Inmensamente popular, es visitada todos los días del año por turistas provenientes de todas las partes del mundo. Objeto de fotografía obligatoria, todo el que pasa por Elche, se inmortaliza a los pies de la Palmera Imperial. Y en los últimos tiempos, lo comparte en las redes sociales.
Desde que se empezaron a medir los datos, se constatan afluencias de cerca de 200.000 visitantes al año en los primeros años de la década de los 90. Esto supone una media de más de 500 visitas diarias, a base de decenas de autocares, excursiones procedentes de Benidorm, Villajoyosa, Torrevieja… de locales y especialmente foráneos, extranjeros de todos los países, de cruceros atracados en Alicante, de grupos escolares de toda España… Desde que se tiene constancia estadística (finales de los 80, hasta 2017) más de 4.000.000 de personas han pasado por el jardín Huerto del cura y admirado la joya más preciada del Palmeral más grande de Europa, la Palmera Imperial.
El árbol que su pueblo comparte con toda la humanidad.
Por eso, la ciudad entera, la familia propietaria del huerto y muchas familias más, con el respaldo del Ayuntamiento de Elche, de la Universidad Miguel Hernández y sus cátedras institucionales, de empresas, de colegios y de los niños de la ciudad… iniciamos esta candidatura sustentada en el entusiasmo, la identidad, el cariño y el sentimiento de deuda que un pueblo tiene con el árbol más querido del mayor palmeral de Europa.